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domingo, 6 de mayo de 2018

España vista por un mexicano: Los Costaleros



Costalero, tu cabeza es la caríatide que sostiene todo el peso de gloria y ritmo de las procesiones sevillanas. Costalero, el día que tú faltes, dejaría de ser la Semana Santa de Sevilla. Yo te estreché tu mano encallecida y sudorosa en la iglesia de San Julián cuando ibas a sacar la Virgen de la Hiniesta. Obrero humilde, en alpargata blanca y mangas de camisa. Fornido, duro, de acero. La iglesia en penumbra, y tú poniéndote el costal sobre la cabeza y el cuello para que descansara en él la carga del "paso". 



Mientras te preparabas hablé contigo. Llevabas muchos años de costalero, ¡y nadie lo sabía, sólo tú y la Virgen! Era un trabajo muy duro, y todos los turistas que aplaudían el garbo con que caminaban los "pasos", te desconocían, se iban de Sevilla sin acordarse de ti, sin agradecerte el que fueras debajo del "paso" horas y horas, en aquella estrechez llena de tinieblas, de sofoco y de sudor. Y yo te di unas palmadas de agradecimiento sobre tu espalda maciza, y volvi a estrechar  con cariño y admiración tu mano sudorosa. Y te metiste en aquella especie de sótano, que es la parte baja del paso [...]

Y cuando camina la Virgen, tiene un caminar humano y vital que es un eco del paso de los costaleros con sus alpargatas de esparto; y cuando se cimbrean los varales lo hacen al ritmo cálido que corre por ellos, transmitido por una red invisible de nervios que suben a ellos desde los costaleros; y cuando se agitan las llamas de los cirios parecen las llamas vivas de los corazones que flamean en los cuarenta costaleros; y cuando se desmayan y marchitan los claveles parece que se mustian por el cansancio humano de los pobres costaleros; y es como si aquellos hombres sencillos y rudos vivificaran todo el "paso" poniendo en su raíz un injerto humano que florece allá arriba en la fronda barroca del "paso" de palio en una orquestal sinfonía de ritmos y contrapuntos. Poned un motor y unas ruedas, y se acabó el ritmo humano de Sevilla.


Ramón Cué Romano, S. J. 
Puebla de Zaragoza (México), 1914 -Salamanca (España), 2001

Y ya no volveréis a ver al Cristo de la Pasión que baja por la rampa de madera del Salvador, en el silencio hondo de la gran plaza, sobre la que se oye el paso menudo, seco y acompasado de los costaleros, y que parece un eco inmenso —como si le hubieran puesto un micrófono— del paso del Cristo que baja frágil y abatido arrastrando los pies con su Cruz a cuestas.

Quitad los costalero y ya no volveréis a ver el balanceo imponente, que eriza la piel, de la Cruz gigantesca del "Cachorro" Y cada paso lento de los costaleros le da al Cristo un ritmo lento de agonía en que sube y baja su pecho acompasado con los estertores de la última Expiración. Quitad los costaleros y destruis todo el rito litúrgico de las salidas y entradas en las procesiones. Y quitaréis esas paradas de los "pasos", estratégicas y escalonadas en la intimidad de los barrios para mirar de cerca a la Virgen y y echarle un piropo, y cantarle una saeta. Quitad los costaleros y rompéis el ritmo en la Semana Santa.

Texto Procedente de:

España vista por un mexicano
Ramón Cué Romano
Editorial Patria (México, 1974)

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